En la tarde de ayer el representante aragonés en la División de Plata consiguió una victoria por la mínima ante el Ribera de Navarra y consigue un respiro ante los malos resultados cosechados últimamente.
Es curioso lo que es el mundo del deporte. Un equipo que juega poco o muy poco, con un entrenador con muchas dudas o pocos recursos y, de repente, se gana y todo desaparece. Puede que los planteamientos erróneos sigan. Puede que el déficit táctico siga. Puede que, en definitiva, todo siga igual, pero el mister deja de estar cuestionado pensando en el siguiente partido.
A diferencia de cualquier otro negocio, el fútbol es un deporte que se mueve por pasiones, y como tal, la "suerte" de un momento puntual puede decidir muchísimas cosas.
Esta es una reflexión que desarrollaré esta semana, pero mientras volvamos al partido.
Comenzó mal La Muela, perdiendo por 0-2 y 1-3 tras el recorte en el marcador de Raúl Izquierdo. Pero fútbol es fútbol, como diría Boskov, y el equipo aragonés tiró de casta con un gol de Luchi y dos de Sanmiguel (el último de doble penalti a falta de 18 segundos) para remontar un partido que se le había antojado imposible.
Con estos tres puntos parece que huye (o al menos se aleja) de la zona de peligro y puede respirar tranquilo una vez más. El cuestionado míster dispone de más tiempo para ajustar clavijas y engrasar la maquinaria de un equipo al que todavía le queda mucho.
El tiempo (y la paciencia) dictarán sentencia.
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